Es habitual que los directivos promocionen para ser sus mandos intermedios (MI) o bien a personas que ya son veteranas trabajando a la empresa o bien a personas que destacan técnicamente en su puesto de trabajo.
Estas personas empiezan a desarrollar un cargo en que es fundamental la gestión de personas, uno de los aspectos más difíciles en el ámbito profesional y para el cual a menudo no tienen las habilidades ni las capacidades necesarias para obtener buenos resultados.
Además, los nuevos MI pasan a ser personas clave dentro del engranaje de la empresa haciendo de receptores de las instrucciones de la Dirección y de transmisores a la base operativa, a la vez que reciben la presión descendente por parte de sus subordinados, y ascendiente, por parte de sus superiores jerárquicos.
Esta situación es una de las causas más habituales de generación de estrés en este colectivo de MI, que a menudo puede tener impactos negativos para ellos mismos y para sus entornos profesionales y personales.